jueves, 6 de noviembre de 2008

Nota de lector sobre La Argentina Crónica

La Argentina Crónica parte de la base de cierto concurso en el que cronistas concursan para ver quienes publican en el libro que da a conocer a los mejores cronistas, o mejor dicho las mejores crónicas de la argentina de la actualidad. Proveniente de jóvenes cronistas que rondan entre los veinte y cuarenta años, la compilación de Maximiliano Tomás fue muy acertada para mostrar la variedad de estilos y formas de llevar a cabo una crónica. El trabajo previo de estructuración, el planeamiento, las investigaciones, las entrevistas, el trabajo etnográfico para darle vida. Y la capacidad de ver con cierta mirada una realidad que será recortada, trabajada, editada y narrada para dar testimonio, casi en el límite de la literatura y el periodismo, con una crónica.

Muy inteligente en que Caparrós haga el prólogo dándole ese toque de su estilo y argentinidad cronística al libro. También de que cada cronista seleccionado de al final de la publicación de su crónica en el libro una reflexión sobre el género. Se da a conocer de esta forma el fin mismo del libro. Que reflexionemos sobre este género literariamente tan lindo y periodísticamente tan rico.

Si tuviese que quedarme con cinco de las crónicas que he leído del libro, me encontraría con una paradoja, ya que todas las crónicas reflejan estilos y formas muy interesantes para construir una crónica, un recorte de la realidad que muestre al desnudo, por medio de un desarrollo crónico del cronista, un momento. Se muestran en todas un momento de tal forma que se vuelve más interesante de lo que parecía.

“Los dueños del fin del mundo” de Gonzalo Sánchez, llamó mucho mi atención y me dejó perplejo cuando vivencia los paisajes paradisíacos que posee la patagónia argentina. Ni hablar de que cómo argentino uno desconozca que los magnates más poderosos del mundo sean dueños de nuestras tierras. Creo que esta crónica me atrajo mucho porque desconocía, salvo por Benetton, la cantidad de magnates que mueren por nuestro país, por nuestros recursos naturales tan codiciados en el mundo, por nuestro paraíso patagónico. Y esas curiosidades de que quizás Bush padre ha estado varias veces en nuestra argentina y que halla pasado desapercibido al igual que tantos otros famosos poderosos, cómo Jane Fonda, que visitan a sus parejas y/o amigos mientras se relajan bajo algunos de los paisajes más bellos del mundo.

La crónica que más me impactó, y yo diría que hasta hoy me tiene asustado, es la de Pablo Plotkin “No tan Buenos Aires”. Este tipo de crónicas yo las llamaría de periodismo serio, más que de literatura. En ella se da conocer la peligrosidad del Polo petroquímico Dock Sud, tan cercano a la Capital Federal, cómo al gran Buenos Aires y por ende tan cerca de nuestros hogares. La crónica inteligiblemente narra lo insoluble de la vida en las cercanías del Polo petroquímico, y contrasta con entrevistas realizadas a aquellas personas que lo sufren y aquellas que viven en el barrio privado cercano y lo disimulan. No obstante, hay un dato de investigación que trae a colación el cronista y me deja sinceramente muy preocupado: “Aquí se calcula que si explotara el Polo Petroquímico Dock Sud, pasarían dos cosas: una, que no quedaría nada en pie. Y la otra que el poder destructivo de la deflagración podría alcanzar los diez megatones, unos seis más de los que generó la bomba atómica en Hiroshima”. Que puedo decir ante semejante dato, y más que hay antecedentes de que hubo riesgos de que a raíz de accidentes, pudo haber volado todo. Ni hablar que es un centro estratégico si el día de mañana alguna organización terrorista tiene en sus planes acabar con el centro urbano más importante del país. Me da escalofríos y mucha preocupación el solo pensarlo.

“La política en los boxes” de Esteban Schmidt, no fue la gran crónica pero me gustó mucho la estrategia del cronista para llegar al objetivo que se había planteado, cómo describe el método para engañar a un entrevistado clave, y hacerlo decir precisamente lo que el cronista en este caso desea escuchar. En el momento que leía la crónica el cronista me hacía sentir cómo si fuera el en ese bar porteño de tribunales, en momentos fantaseaba con ser no solo el cronista si no un detective de alguna agencia privada que había sido contratado para conseguir información ultra secreta de aquellos allegados a políticos poderosos que manejan información ultra secreta. El solo hecho de pensarlo me da ganas de sentarme a redactar una película detectivesca de gangster y/o esas cosas. Demás esta decir lo interesante de los datos Kirchneristas que el cronista logra develar, y el aplauso que se merece por haber conseguido esa información de la manera que lo hizo. Una crónica muy inteligente desde la pre-producción y el objetivo que se busca lograr y que al final se consigue.

Destaco mucho aquellas crónicas que me dan a conocer mundos que desconozco. Cómo en este caso Hernán Brienza con “A caballo de la fe”. Desconocía absolutamente la historia de la difunta correa, quizás desde que mi memoria es memoria, la primer santa popular argentina no beata que sobresalta la fe de sus creyentes. Me imaginaba que cómo todo santo popular existen peregrinaciones, pero jamás que recrearan el mismo trayecto que la difunta correa había llevado a cabo en el medio del desierto. Jamás me hubiese imaginado una peregrinación en los avatares del siglo XXI a caballo, siendo de esta manera una de las peregrinaciones más peligrosas que existen para venerar a una santa popular. Esta crónica en el fondo desnuda la fuerza de la fe para demostrar que nada verdaderamente es imposible.

Emilio Fernández Ciccio “En campaña con Duhalde y Ortega” tocó un tema muy interesante para 1999. Que no supo explotar al máximo las posibilidades que las circunstancias otorgaban. Pero me atrevería a decir que la mejor parte de la crónica, aquella frase muy acertada que la salva es: cuando el tren de la esperanza salía de la estación, llena de personas que fueron a despedirlo, para recorrer el país con los candidatos. “Mantengase lejos del tren" pide un con altavoz mientras la locomotora resopla y arranca. "Mantengase lejos de la esperanza”.

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